¿Alguna vez te has sentido triste y diferente a los demás? ¿Has pensado que no encajas y has hecho algo mal para ello? En mi etapa adolescente e incluso algunas veces en mi vida actual, he trabajado para no sentirme excluida, no sentirme sola y encajar con la sociedad. Desde pequeña me enseñaron a caer bien, me enseñaron a ser amable, dispuesta y agradable, siendo este el comportamiento que he reproducido durante mucho tiempo. Sin embargo, llega un momento en la vida en que esta necesidad de agradar para no quedarte sola es algo que se vuelve secundario y empiezas a darte cuenta de otras necesidades, tales como el encontrarte en tu esencia en lugar de buscarte y buscar en los demás.
Cuando consigues encontrarte y transformarte en lugar de negar o evitar, llegas a un punto en que las cosas de la vida, las personas que la forman y todo lo que te rodea cambia de color y perspectiva. Soy consciente de mi sentimiento de necesidad de inclusión, siendo esto un sentimiento y no una realidad. Lo que soy más consciente ahora es que quiero dejarme ver y conocer tal y como soy, dejando de lado las etiquetas, prejuicios y estereotipos por los que me he dejado llevar durante muchos años. Esta nueva perspectiva me lleva a explorar y abrazar cada aspecto de mi ser, sin miedo a la vulnerabilidad o al juicio de los demás. Al liberarme de las expectativas externas, descubro la libertad de expresarme auténticamente, conectando con mi esencia más profunda y compartiendo mi autenticidad con el mundo que me rodea. A medida que me sumerjo en esta travesía de autoaceptación, encuentro la belleza en la diversidad y la riqueza de cada persona. Este cambio interno no solo transforma mi propia percepción, sino que también influye en la manera en que interactúo con los demás, fomentando un ambiente de aceptación y comprensión mutua. La búsqueda de autenticidad y la superación de la necesidad de validación externa me permite disfrutar de relaciones genuinas y significativas.
Como Psicóloga, madre, hija, amiga, compañera, esposa, sobrina, etc. quiero acompañar también en este proceso, ya que construimos todos los días una historia que es nuestra. El proceso de darnos cuenta de lo que realmente necesitamos es un continuo aprendizaje y trabajo en nuestro día a día; el primer paso hay que darlo sin miedo, ya que el miedo nos paraliza y no nos deja explorar nuevos caminos por descubrir.

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